Yo tenía 25 años. Mi marido 28 y se ganaba la vida trabajando en la huerta y en los arrozales, de pintor, en una fábrica textil... Estábamos pensando en ir a Francia cuando, un día, le dicen que hay una expedición a Santo Domingo. Se apuntó mucha gente de aquí. Y el único soltero era el hermano de mi marido.
Llegó mi marido a casa, me lo contó y me dijo “¿Quieres que nos vayamos? Yo estaba en estado. Y cuando ya estaba todo arreglado, cuando estábamos a punto de subir al barco, me vino el parto.
Nos llevamos lo normal: maletas, ropa, sábanas...
Todos queríamos prosperar. De hecho, cuando aquello falló nos fuimos a Francia. Mi madre se oponía a que nos fuéramos y mi suegra nos animaba. Buscamos un médico del pueblo y dictaminó que se me había atrasado el parto, que me daba tiempo. Subimos al barco, allí había todo tipo de equipamiento médico. Y esa noche me puse de parto de verdad. Tuve el niño sin ningún problema. Al llegar, al niño lo apadrinó Trujillo . Y me dió de regalo 300 pesos. Por eso, porque Trujillo era el padrino de mi hijo, yo estaba muy bien mirada. Trujillo fue a Baoba a ver al niño.
Al bajar del barco tuvimos misa en la Catedral de santo Domingo.
El bautizo lo hicimos en el palacio de Trujillo. Todo el pasillo iba escondiéndome para darle de mamar y en esas aparece Trujillo. Me dice que acabe con calma. Luego vino Héctor (hermano del Dictador), que hizo de padrino del otro niño que nació en el barco
¿Cómo eran las casas? Dos habitaciones, cocina fuera, comedor, una mesa y un balancín – mecedora. También, letrina fuera. Eran peores condiciones de las que teníamos antes de irnos. A mi me dieron la casa al lado de Secretaría. Me dieron también 50 tareas y 25 más para mi cuñado.
Tuvimos tierra nada mas llegar. El cap de colla (jefe de grupo) era “El gaucho”, acusado de subversivo por protestar por las condiciones. Estuvo detenido una semana y ya no volvió a la Colonia. Le repatriaron.
Todos los días llegaba una camioneta con comida, tabaco, leche, dinero...
En Baoba no había vigilantes, ni era necesario pedir permiso para salir. Yo nunca intenté salir.
Las relaciones con los pueblos de al lado (los colonos estaban más o menos agrupados por pueblos de origen) no eran buenas porque nos lo daban todo a su costa.
La tierra era mala, ondulada. Lo más que podías hacer era cacahuete. Para poner la tierra en condiciones pusieron máquinas. Pero no, era tierra salvaje.
Plantamos cacao (maní) y maíz y cuando llegaron las cosechas ya nos cortaron las subvenciones.
El agua no la tenias cuando quisieras.
La vida era trabajar, comer y trabajar. Todos los días. Hasta que nos cansamos.
Diversiones? A la entrada de la colonia había una pulpería (tienda - bar) que tenía algo parecido a un cuarto. Allí nos reuníamos. Había una gramola (pic - up, tocadiscos no eléctrico) y bailábamos los domingos.
El cura venía a casa porque era de Villanueva de Castellón (España), cerca del pueblo de mi marido. Al final, le hicieron un anexo al lado de nuestra casa. (Salvador, el cura joven).
Tiempo después se fueron a Mao (Ciudad de República Dominicana) , solo nosotros y otro matrimonio, donde había mejores condiciones de vida y se cultivaba arroz con cierto éxito.
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