Transcripción de las notas de conversación con Enrique Fortea. Forma parte de las charlas previas a la elaboración del guión. Enrique Fortea viajó con la primera expedición y volvió a España a los pocos años. En el 2006 vivía en su pueblo de origen, junto a la albufera valenciana.
De Silla salimos 35 ó 40 familias, incluyendo cuatro o cinco solteros. Yo trabajaba en la construcción y no tenía ni idea del campo, pero era primo hermano del alcalde y me colé en la lista de emigrantes. Hombre, de hecho fuí el primero saberlo. Poco antes había recibido carta de un hermano diciéndome que me fuera con él a Francia, pero pensé que en Santo Domingo sería mejor el clima. El frío no me gusta nada.
El viaje en barco fue bueno y bonito.
Nos llevaron en camiones hasta Baoba (Nagua / Julia Molina). Esperábamos estar mejor, pero el desencanto al llegar... si se hubiera podido, habríamos vuelto todos a pié.
La colonia eran casetas separadas cada una unos 100 metros. Eran casas de madera con uno o dos cuartos, según fuera la familia... había poca relación con los vecinos porque las casas estaban muy separadas. Aun así, manteníamos algún contacto con los del mismo pueblo de origen.
Todos los días llegaba una camioneta y nos daban lo elemental para vivir. Pero daban lo mismo a los solteros que a los que tenían familia, así que por ahí ya hubo lío.
Vinieron máquinas y arreglaron la selva. Tardaron meses. Y cuando llovía, el agua arrastraba la capa de tierra fértil. Además, se vió que el terreno era ondulado y no se podía regar. También trajeron máquinas sembradoras. Al final sacamos dos cosechas anuales de cacahuete (maní) arroz y maíz.
Como herramienta yo tenía un machete. Y para las mujeres, lo básico de la casa.
Aun así, el descontento aumentó porque lo que nos daban no era lo prometido. Se formó una comisión --yo participé-- para buscar tierras mejores: queríamos terreno llano y con agua, para tener más seguridad en las cosechas. Pero los terrenos buenos ya estaban ocupados.
De Silla (su pueblo, cerca de valencia, España) se quedaron cuatro familias, entre ellos una mujer pariente mía casada con dominicano. Luego vinieron y viven en Silla.
Al regreso, en el pueblo, algunos amigos nos hacían burla: “Què, a fer les amèriques?” (¿qué, a hacerse ricos con facilidad, eh!") y cosas de esas.
Al volver pedimos indemnización. En Noviembre de 1975 se formalizan las reclamaciones.
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