Esto son notas de conversación tomadas a vuelapluma durante un encuentro con un grupo grande de colonos, en el Club Español de Constanza. Por lo tanto no es, ni mucho menos, la historia completa de Vidal, colono procedente de Burgos (España), y se trata solo de unos pocos recuerdos dispersos.
Los que querían irse eran muchos. Pero volver a España no era fácil. Algunos se fueron a Perú...
Teníamos que enterarnos de lo que pasaba fuera de la Colonia por vías indirectas. “Lobito” era amigo del teniente de policía y a veces en el baño le daba información.
No nos dejaban salir de la colonia. Solo dejaban trabajar fuera de la tierra a tres o cuatro. Un funcionario nos decía: si dan 2.000 pesos, les dejamos ir... Yo me hice a la idea de donde estábamos cuando “El Coronel” me dijo “¿Qué esperábais? ¿Hacer dinero e iros ricos?”
A principios de 1957 la Embajada Española dijo que el que quisiera, que se fuera. (Regresaron a España 1.500)
Muerto Trujillo, la poderosa familia de los XX – los terratenientes del valle—alentaba la ocupación de tierras. Y hubo un tiempecito que se nos metieron en las tierras, pero recurríamos a la policía y me devolvían el terreno.
El dinero de la indemnización (por las expropiaciones de 1962) no lo dieron todo de una vez. Uno me vendió una tierra, le di 3.000 pesos y me puse a sembrar. Entonces viene a reclamarme la tierra. La ocupa él y se pone a sembrar batata. Tuve que sacarle la pistola y su batata la tiré al río.
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